lunes, 28 de septiembre de 2015

Ligeramente casados (Serie Bedwyn, 1), Mary Balogh



En Francia, en el campo de batalla, el altivo pero caballeroso lord Aidan Bedwyn le prometió a un soldado herido de muerte que en el futuro protegería a la hermana que este dejaba en Inglaterra.El azar lo lleva así ante Eve Morris, con un juramento que él está empeñado en cumplir pese a que ella rechaza toda ayuda... O casi toda, porque, en efecto, si Eve no se casa se verá desposeída de la mansión en que se crió. Aidan le hace una oferta a la que no podrá oponerse: un simple matrimonio de conveniencia, pasar juntos unos cuantos días y después toda una vida de feliz independencia separados. Sin embargo, no contaban con una irresistible atracción mutua que puede dar al traste con sus prácticos planes... ¿Les será posible estar solo ligeramente casados?


Estaba tiempo detrás de leer esta novela por recomendación de una compañera de trabajo. A ella le recomendé yo a su vez Flores en la tormenta, maravilla de maravillas, obra maestra, caviar iraní, lo más de lo más de la novela romántica (paradme, que empiezo a echarle piropos y  no hago la reseña), pero me mosqueó que sólo me dijo de ella que "muy bonita, está bien". 

¡Que no vas a leer otra mejor desde Jane Eyre, coñio!

Si de esa obra magna no me decía nada más que eso, sin asomo de euforia y sin venir a darme las gracias de rodillas por descubrirle un novelón romántico de tomo y lomo, a saber qué era lo que podía encontrarme en Ligeramente casados. He de decir en favor de esta compañera que es anti Grey y anti otras cosas que yo me sé, así que esperaba una buena historia y unos protagonistas como Dios manda.


La próxima vez la mando a las duchas

Y así ha sido, queridas. La novela cumple los requisitos básicos para dejarte un buen sabor de boca. El título ya te da una idea de qué nos vamos a encontrar (un matrimonio de conveniencia entre dos desconocidos), pero lo interesante es ver cómo lo va a plantear la autora, qué recursos va a seguir.


Tenemos Eve, una chica que vive en lo que parece la casa grande de Pyn y Pon, porque ella acoge a todo ser viviente que necesita un hogar, ya sean niños, mujeres con pasado carcelario, hombres algo lentos de entendederas, jóvenes embarazadas y abandonadas por sus amos o perros hechos polvo. Ella tiene un espíritu casi de misionera y es feliz así.


Para Eve, aquí todavía sobra sitio

Por otra parte, Aidan Bedwyn es un militar de buena familia, recto y cumplidor de palabra, pero que parece que se ha tragado el palo de la escoba. Es un tipo que no manifiesta sus sentimientos, pero si promete algo, lo hace con todas las consecuencias. 


Me estoy descojonando de la risa aunque no lo parezca

Y eso lo llevará hasta Eve, hermana de uno de sus subordinados al que le debe la vida y al que promete en el lecho de muerte protegerla. ¿Pero de qué? Ah, queridas, eso le va a costar descubrirlo, porque llega a la casa de Eve y se la encuentra tan tranquila en compañía de la peculiar fauna que la acompaña y que a él le resulta chocante. La casualidad hará que se entere de cuál es el problema de Eve y resuelve que la solución no es otra que casarse con la joven, sin importar que ella esté esperando a un amado del que no sabe nada desde que se fue a Rusia. ¿Y Aidan? Es un hombre hermético y no conoceremos qué hay en su corazón hasta más adelante. Lo que está claro es que es un señor sacrificado, coherente con sus actos y firme en sus decisiones. Ahora bien: nada de lo que había planeado (una boda rápida y si te he visto no me acuerdo) saldrá como pensaba. Las cosas se lían y...


El encuentro con un conocido hará que el matrimonio en principio secreto y celebrado sin gran pompa llegue a oídos de Wulfric, hermano mayor de Aidan, y así conoceremos al resto de la familia, unos pijos de cuidado con bastante mala leche, quitando al melofó Alleyne que resulta simpático desde el principio. La verdad es que en el fondo no son tan mala gente, sino que tienen un estreñimiento emocional grave fruto de la estricta educación del padre que organizó la vida de sus hijos (sobre todo las del hijo mayor y de Aidan) sin contar con sus preferencias ni su opinión.

El padre es tan transigente como este señor

La llegada de Eve va a ser un revulsivo para los hermanos porque ella no se dejará amedrentar por ninguno de ellos, incluida la machonga de Freyja, de la que terminará haciéndose amiga. La joven es una burguesa acomodada que no se siente intimidada por la rancia aristocracia a la que pertence Aidan. Me ha parecido interesante esa contraposición entre las dos clases sociales: la inamovible nobleza y la emergente burguesía que pasa totalmente de normas, convenciones y chorradas relacionadas con el rancio abolengo y las normas de la buena sociedad.

Eve usando el cubierto del pescado

Si bien en general no he encontrado momentos especialmente añdhgañsljdfasñldfjñlsakjfs, le concedo a la novela que está bien escrita (qué menos...), la historia es interesante y los personajes no entran en el pichotismo (aunque Eve me ponía nerviosa con "sus niños", qué pesada a veces). Lo mejor es que Aidan, un hombre cerrado que había asumido el destino que su padre le impuso, se libera gracias a Eve y consigue cumplir el sueño que siempre había tenido: dedicarse a administración de tierras.

Y esperamos que le guste ordeñar también, IYKWIM

Por todo esto, recibe en nuestro Gandymetro...


Aidan, estoy en apuros


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jueves, 24 de septiembre de 2015

Exquisite (Exquisite 1), Ella Frank

[Libro no publicado en español]
Atormentada por una culpa autoimpuesta, la doctora Lena O'Donnell ha pasado los últimos nueve años en modo de superviviencia. Luchando porque pasen los días que parecen mezclarse entre si y abriéndose camino a través de cada noche horrible, está convencida de que eso es lo que merece... La vida de Mason Langley es justo como había planeado, hasta que llega ella. Soltero convencido y exitoso propietario del restaurante más de moda en Chicago, no esperaba ser sorprendido por una mujer malhumorada con bata de médico. No importa lo duro que lo intente, no puede quitarse a la doctora de la cabeza y se da cuenta de que le gusta cómo le hace sentir.Casi de la noche a la mañana, Mason y el deseo sexual que descubren juntos ponen el mundo de Lena patas arriba. Lentamente, Lena baja sus defensas e invita a Mason a traspasarlas pero, cuando la tragedia les golpea, Lena comienza a pensar que a veces es mejor estar sola y segura que amar y perder...


¡Lo que me gusta a mí una enagua un guardaespaldas una cocina! 

La realidad de lo que le pasa a Kim

¡Que no! ¡Que hay cosas que no me gustan! El Grey, el sufrimiento y cocinar, por ejemplo. A mí dame una mesa puesta llena de manjares y un maromazo que me cocine y luego me coma de postre y que se acabe el mundo.


Eso es porque no has catado Mason

Lena O'Donnell es una pediatra traumatizada y revenía. Hace nueve años perdió a su hermana de un modo trágico y aún arrastra la culpa como Homer la roca de la vergüenza. Así que, como no está dispuesta a volver a sufrir por más pérdidas de seres queridos, lo que ha decidido es no querer a nadie.


Lena y su lógica ausente

A Mason Langley lo que le pasa es justo lo contrario, él quiere mucho y sobre todo a muchas. Básicamente lo que se las quiere es trincar pero, oye, está buenorrísimo, bien dotado y cuando sonríe le salen hoyuelos. Y es el cocinero más de moda de Chicago. ¿Qué más quieres, chata? 


Tol Mason pa mí

Su primer encuentro con Lena es justo lo que esperas de dos personas así: una mierda un desastre. Ella es un poco bitch con él y él un poco cabroncete pero no nos vamos a engañar, sabemos que le salen hoyuelos cuando nos ilumina con su sonrisa de sinvergüenza y que es un tocatetaspelotas adorafollable así que somos desde el principio principio #TeamMason. Y Mason es casi desde el principio #TeamLena (cagontó), así que decide que le va a bajar las defensas a esa pedazo de mujer y de paso las bragas.


¡Y las nuestras, también!

¡Y de qué modo! Primero Mason tiene que capear las tempestades que rodean a Lena y los mil obstáculos que tiene alrededor pero poco a poco, que si unas gracias por aquí, unas conversaciones subidas de tono por allá, unos melocotones puestos en sitios estratégicos y, ¡zasca!, ajkdhfakjhdfjkkjahdahen-la-escaleraakjhfahfakjhkadk. Mason sabe lo que nos hace y tiene una secuencia akjhfakjhfkahfd especialmente calentorra que de recordarla veo que me está empezando a arder la camiseta. Ahora, en lugar de pensar en darme una ducha para enfriarme, la veo y me dan los calores supremos.


Ni con esto me enfrío

Mason es, sin duda, la estrella del libro. Sus puntos de vista son los que más he disfrutado (el libro alterna constantemente los puntos de vista de los dos pero de un modo muy ágil). Obviamente Mason está to buenorro y no hay nada que nos guste más que un macizorro así pero es que además es muy gracioso, tiene hoyuelos y madre mía cuando se pone al tema... (¡la ducha, la ducha!). Pero ella es un poco estirada y te puede caer como una patada en el culo. A mí no me cae mal pero tampoco me termina de llegar al corazoncito, es maja y eso peeeeeeero no sé, no me termina del todo. Serán los traumas, será que yo qué sé, el caso es que había momentos en los que me gustaban más el resto de personajes que ella (su amiga Shelly es un puntazo). Eso sí, cuando está con Mason el libro de transforma y ya se te pone la cara adecuada.


Hasta a mí se me alegra el xirri corazón

Si hay una palabra con la que definir este libro es (nomecreoquevayaausarla) cuqui. Sí, es cuqui. Está lejos de ser perfecto pero te deja una sensación agradable, de "ois qué monoso". La verdad es que podría dividirlo en dos partes, la que me tuvo leyendo emocionada y la que me tuvo leyendo así -> ¬¬.  Y es que estaba yo con el amor y el calor y el sabor de esta pareja lalalalaaaaa cuando llega la normalidad y me tuerce la alegría. La conquista de Lena es buenísima y la leí sin parar, con sus tira y aflojas y sus tensiones ajfhkjahajh que molan pero luego ya es como "bueno, pues nada, estoy pasando el tiempo hasta que pase lo que sé que va a pasar" y se te baja el subidón. Creo que esa parte se extiende demasiado y luego el final es un poco rapidillo para mi gusto (pim, pam, toma Lacasitos y, ale, solucionado todo). Aún así, ya os lo digo, deja buen sabor de boca.


Sí, justo a esto

Exquisite ha sido un agradable y rápidamente olvidable pasatiempo que voy a recordar más porque Mason y su ducha me han dejado turuleta, así que por él y por sus actividades culinarias le damos en nuestro Gandymetro...


3'5 Gandys. Mason, chato, hoy hay Kim de cena


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lunes, 21 de septiembre de 2015

Odio en el paraíso, Sandra Brown


Schyler Crandall, hija adoptiva del poderoso propietario de un imperio de explotación forestal en Luisiana, abandona el hogar al sufrir la mayor humillación de su vida: su hermana anuncia en público que está esperando un hijo del novio de Schyler. Seis años después, la joven regresa y se ve envuelta en una maraña de intrigas provocadas por la cotidicia de su hermana y por las deudas de juego de su ex novio. Sin embargo, la presencia de Cash, un enigmático cajún de temperamento rudo y apasionado, dará un vuelco inesperado a su vida...


Queridas, lo decimos muchas veces pero hay que repetirlo muchas veces más: teneros como lectoras es un lujazo. A pesar de los diferentes criterios (que si los Malory son una kk, que si estás como las maracas de Machín por pensarlo, etc.) y de las diferencias irreconciliables (que si Grey es lo mejor del Universo, que si estás borracha por pensarlo y la mitad de nuestros maromos de libro se mean en él), a pesar de todo, nos queremos mutuamente.


¡Os ha salido la carta del amor moñas!

Sí, sí, hay que decirlo, nos queremos. Porque a pesar de todo eso aquí hay el suficiente amor (amor guarrer no, eh) como para que muchas perdáis un ratito en recomendarnos libros. Y resulta encima que nosotras os hacemos caso y, ¡tachán!, librazo que nos arreamos. Y eso es justo lo que ha pasado con Odio en el paraíso, todo un culebronazo de los que a mí me gustan.


Extasiada me hallo, oye

Schyler Crandall regresa al hogar familiar de Lousiana después de seis años de exilio voluntario en Londres. ¿El motivo de la huida? La infidelidad de su novio Ken con la perra de su hermana Tricia. ¿El del regreso? El infarto que estuvo a punto de llevar a la tumba a Cotton, su padre adoptivo. Schyler vuelve a estar junto a su padre y, mientras tanto, a meter las narices la vida familiar de la que salió huyendo y en su empresa maderera (lo que le va a poner en peligro su vida, directamente). Y como hablamos de meter, qué sería de ella si no se la metieran encontrara un incentivo asjhadjkhfdjak por el camino. Aquí, de hecho, ella encuentra poco, es la megaboa hipermasculina de Cash Boudreaux la que la encuentra a ella.


GrrrrrrrrrrrrrrAsíEstamosTodasGrrrrrrrrrrrrr

La primera aparición de Cash Boudreaux es un sueño mojabragas y lo sabéis. Él es cajún y el semental de la zona, del que puedes obtener los mayores placeres ajfkhakjda pero ni una palabra de cariño. El bastardo Cash hace lo que le da la gana cuando le da la gana y Schyler Crandall ha sido durante mucho tiempo un objetivo boíl que ahora no está dispuesto a dejar pasar.


Tranqui, Schyler, que Cash va a coger todo lo que quierakklajdfklaj 

Queridas, este libro es total y absolutamente un "chechiflín". Sí, una peli de ésas en las que hay intriga y además unos buenos polvetes con música de saxofón de fondo (como debe ser en una novela de los 80). Es una mezcla entre Retorno a Edén y True Blood y leemos con el calor pegajoso de Louisiana por todo el cuerpo. Con ese calor las neuronas deben estar reblandecidas y así salen la mayoría de los secundarios. Son extraños, pervertidos, tarados, ambiciosos, despojos de la humanidad, gente maltratada hasta la infinidad y, aunque no lo parezca, gente noble, que también hay alguno. Eso sí, el modo en el que se narra todo es como si te dieran una hostia bofetada.


Sandra Brown, la Bruce Lee de los pistos sureños

No hay sutilezas ni moñismos de ésos. Aquí se habla directo y claro y no nos referimos a Cash, que es más bruto que un bocadillo de esparto. No, es el modo de narrar, directo, crudo, sin irse por las ramas (¡megafan!). Pero vamos, tanto resume Sandra Brown que al final se olvida de contarnos más detalladamente cómo se resuelve todo.


Qué pena, estaba tan cerca del culebrón perfecto...

Según se va desarrollando la trama vamos abriendo las piernas el abanico de personajes y dedicando algo más de tiempo en conocerlos (que qué asco la mayoría, por Dior). Éste es un mundo de débiles que hacen parecer a los protas más fuertes aún (y eso que Schyler tiene unos sopapos y la historia personal de Cash es de ponerse a llorar a moco tendido pero se cuenta sin regodearse en ella, lo que hace que adoremos más a Cash). Porque sí, aquí se adora a Cash (o se le odia, que no hay término medio). Que sí, que es un bruto y que blablabla. ¡Hombretones asi quiero yo en mi cama vida! ¡Que se dejen de charleta y me demuestren lo que vale un peine! (hablando en guarrer, claro). Ah, y encima esto.


Sí, Cash también es del club "Nos meamos en Grey"

Yo poco más os puedo decir, salvo que me ha encantado la novela y el estilo de Sandra Brown. Eso sí, os digo que si buscáis la típica novela romántica aquí no la vais a encontrar. Éste es un mundo de cab**ones y de duros y los duros no destapan su corazoncito (si lo tienen) hasta el final. Aquí no hay flores ni paseos cogidos de la mano ni historias ñoñas. Aquí hay una historia de deseo, de ambición, de odio y de amor intensa y más ochentera que mis carpetas del instituto. Vamos, un culebrón de lujerío con sudores pegajosos. ¡Justo lo mío!

Por todo esto y mucho más, le damos en nuestro Gandymetro...

Cash, dime oui y te doy el mundo (y la llave de mi cabaña)


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jueves, 17 de septiembre de 2015

El escandaloso matrimonio de Lady Isabella (MacKenzies & MacBrides 2), Jennifer Ashley


Lady Isabella Scranton escandalizó a la sociedad londinense la noche de su baile de presentación al fugarse con el atractivo sinvergüenza lord Mac Mackenzie. Tras varios años de turbulento matrimonio, volvió a escandalizar a todo el mundo, en esta ocasión abandonándole. Casi cuatro años después Mac se ha reformado, convirtiéndose en un hombre todavía más carismático que antes, cuya única meta es recuperar a su esposa; traerla de vuelta a su vida, a su casa... y a su cama. Y está dispuesto a comportarse como el intachable caballero que no es, si de esa manera lo consigue. Pero un peligro les acecha. Aparece en sus vidas un hombre muy parecido físicamente a Mac, capaz de imitar el peculiar estilo de sus pinturas, que quiere suplantarle en todos los aspectos de su vida y pretende incluso arrebatarle a Isabella. Ese canalla va a poner en peligro su prestigio, su fortuna e incluso su vida...


Ay, los hermanos MacKenzie, cómo prometían en la primera entrega de esta serie de novelas... Porque junto a Ian, Cameron y Mac tenían una historia detrás que se dejaba ver un poco entre las aventuras del loco MacKenzie y Beth. 

Los MacKenzie a punto de enseñar la flor de su secreto

Cuando conocí a Lord Ian, me llamó mucho la atención la relación entre su hermano Mac y su mujer, Isabella. Estaban separados aunque se veía que ahí todavía ardían bajos enagüiles y kilterianos, porque ojo cuidao con Mac: viste kilt frecuentemente y le gusta ir a boa suelta, cosa que todas aplaudimos. De hecho, el tío se dedica a pintar y lo hace a pechote descubierto y ataviado con la falda escocesa que tanto nos hace imaginar. 

Soy diestro con la espada, la boa y el pincel, que viene a ser lo mismo, lassies

El caso es que estaba deseando ver qué había pasado entre este tiazo y su encantadora esposa y cómo se iban a reconciliar, porque de eso tenía que ir la novela. Y jodó si se reconcilian... Para mí ahí está el fallo: esperaba mucha tensión sexual entre ellos tras varios años sin hablarse ni catarse mutuamente. Pero es recuperar el diálogo y a la Isabella le falta tiempo para agarrar crema pastelera y ponerla de guarnición en la boa de Mac (y esto es literal). Pero vayamos por partes.

Advierto que le voy a dar palos a esta novela, eh

Cada capítulo comienza con un fragmento en plan el diario de Lady Confidencia (ay, Jennifer, que te has copiado de Julia Quinn) pero con menos gracia, y que nos sirve de referencia para saber cómo se desarrolló la relación entre Isabella y Mac al principio. Lo malo es que eso hace la función de flashback sin ser suficiente en cuanto a la información que da. Cuando leía esta novela recordaba la gran Acuerdos privados, donde el uso del pasado se alternaba de forma magistral con el presente para darnos a conocer todos los detalles de lo que pasó entre la pareja protagonista. Jennifer Ashley prefiere dar pinceladas, que no digo que esté mal, pero deja la historia bastante coja. Por otra parte, lo que en La locura de Lord Ian MacKenzie era una virtud, aquí es la gran cagada: la trama de intriga. No puede ser más tonta ni más ridícula, en serio. La usa para que Isabella y Mac vuelvan a hablarse y a frungir, que muy bien, pero ya podría haber buscado otro argumento.

Jennifer: estás a un paso de entrar en el Club del Porro

Como ya he comentado, una vez que se dirigen la palabra, empiezan los diálogos con segundas y primeras intenciones, cosa que promete, pero Jennifer no se recrea en esto (¡mal!), sino que va demasiado directa al tema sexual, si bien los personajes aún tienen mucho que limar para dejar de lado la simple relación carnal y volver a confiar el uno en el otro. La autora ha desaprovechado una buena historia sobre una pareja que comparte un pasado con tintes dramáticos y hasta trágicos, y no desarrolla tanto ese "escandaloso" matrimonio que da nombre a la novela. 

¡Menos resumir y más explicar, coñio!

Así que, para mí, ha sido una decepción. Los protagonistas no son malos, sino que están mal explotados y, no me matéis, me he llegado a hartar de tanto trocotró sin más.. Mira que Lord Ian iba al tema, pero esa novela tiene algo de lo que ésta carece, no sé cómo explicarlo... le falta "alma". Hubiera sido mejor quitar la tontería del falso Mac y haber contado más del matrimonio antes de separarse. Lo único que sí voy a pedirle a Mac es lo siguiente (que una no es tonta del todo):



De todas formas, lord Cameron, cuya historia pasada y futura se vislumbra en las dos anteriores novelas, me hace ojitos... ¡Habrá que leerlo!

Por todo esto, recibe en nuestro Gandymetro...

Mac, te doy dos Gandys por tu manejo del pincel 



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lunes, 14 de septiembre de 2015

Simplemente irresistible (Chinooks Hockey Team 1), Rachel Gibson


Georgeanne Howard, una encantadora belleza sureña, deja a su prometido plantado en el altar cuando se da cuenta de que no es capaz de casarse con un hombre que podría ser su abuelo... por mucho dinero que éste tenga. John Kowalsky, inconscientemente, la ayuda a escapar... hasta que se percata de que se está fugando con la novia de su ¡¡¡jefe!!!... pero ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.En lo más alto de su carrera, esta rebelde estrella del hockey no quiere ser el salvador de nadie –salvo de sí mismo– y no importa lo bella que la dama en cuestión pueda ser. Lo malo es que les espera una larga noche por delante –una noche demasiado ardiente como para resistirse a la tentación.Años más tarde, Georgeanne y John vuelven a encontrarse. Ella parece haber tomado las riendas de su vida y él ha dejado atrás sus días de juerga. Pero se queda completamente asombrado cuando se entera de que esa noche inolvidable con ella tuvo como fruto una preciosa niña, Lexie –su hija–, y está decidido a formar parte de su vida.Georgeanne ha amado a John desde el momento en que se metió en su Corvette rojo siete años atrás, pero no quiere volver a arriesgar su corazón en el intento. ¿Realmente se ha convertido en un hombre nuevo? ¿Será capaz de enfrentarse a la furia de su jefe, perdiendo su última oportunidad de alcanzar la gloria, para demostrar que esta vez su amor será para siempre?


¡Oh, qué problemas tiene ser una novata en esto de leer novela romántica! No has leído esto y es un sacrilegio, no has leído lo otro y lo que te estás perdiendo... ¡Yo lo que quiero es leer como si no hubiera hubiera un mañana!


¡Ojalá! Y una de las vidas, a leer nada más

Pues una de esas cosas que me estaba perdiendo por haber leído tan poco es la obra de Rachel Gibson, cuyo nombre había escuchado pero de la no sabía nada hasta que leí este post en el blog Romántica, no rosa. Y claro, yo veo que es tipo SEP y ya estoy dando palmas con las orejas.


A Renly también le gustan los deportistas sudorosos

Georgeanne Howard es una chica de Texas y a mucha honra (que anda que no lo repite veces). Oculta algunos traumas bajo su rutilante fachada de mujer buenorra (esto es, tiene dos tetas como dos carretas y un cuerpo con más curvas que un circuito de Fórmula 1). Todo el mundo tiene derecho a equivocarse y Georgeanne no es menos que nadie, por eso huye de su propia boda con el viejuno dueño de un equipo de hockey. En esa huida es ayudada por John Kowalsky, un machote que encuentra irresistible a la charlatana sureña y que es el jugador estrella de cierto equipo de hockey a cuyo dueño acaban de plantar en el altar...


¡Ooooiiiiiisssss! ¡Pistos ricos, pistos ricos!

Pues estos pistos no son nada comparados con los que nos encontramos siete años después, cuando Georgeanne y John se reencuentran, muy cambiados en algunos aspectos pero iguales en otros. Y con un lazo irrompible: las ganas de fo**arse una hija. Y con un problema: John no lo sabe.


¡Toma! Esto se pone cada vez mejor

Sí, ¿verdad? Esta historia tiene todos los ingredientes para gustarme. Unos protas que se acercan y les arden hasta las pestañas, con diálogos ingeniosos, un reencuentro, una niña no pesada, unos traumas arrastrados... Entonces, por favor, ¿me explicáis por qué no me ha gustado?


Bueno, tampoco es para tanto

Vamos por partes. Georgeanne es como Tristón, que sólo quiere un amiguito que la quiera y, cuando conoce a John, se queda patidifusa porque vaya pedazo de maromo, de volverte las bragas del revés con la mirada. Pero John está a otras cosas (no es que sea gay, eh, es que no quiere los jaleos que le puede traer un ñiqui ñiqui con ella) y prefiere no acercarse al fuego, que luego se hace pupa. Pero el abuelo de él (sí, hay un abuelo que no vale para nada -en la novela, digo, que el señor es muy majo-) le pone las cosas en bandeja y si a eso le sumas las artimañas de Georgie...



Soy John, me he tirado a Georgie al fuego

De aquellas noches locas vienen estas niñas, todo el mundo lo sabe. Y resulta que John quería ser papi desde hacía mucho tiempo así que no está dispuesto a renunciar a Lexie (que así se llama la hija) ni de co*a y esto nos abre la puerta a los mejores momentos del libro: los de la niña y los que pasa con su padre. La niña es como Shin Chan cuando se traviste y tiene unas ocurrencias desternillantes. Y una niña así es capaz de sacar lo mejor de un hombre rudo como John.


Todo sea por ganar una hija

Y, obviamente, todo esto con John poniéndose palote cada vez que le ve el escote a Georgeanne, porque no se nos puede olvidar que aquí hay una historia de amor de fondo, ¿no? Pues chica, a veces no lo parece.


¿¡¿PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDOOOO?!?

Pues eso, que aquí se cuenta todo como con mucha mala leche por todos los lados, te cuesta ver el amor bajo tanta dureza y encabronamiento. Entiendo que John sea un tío duro (que vaya experiencias ha vivido el pobre) y me encanta, no me quejo. Pero lo hace tan sumamente duro que muchas veces cuesta tenerle simpatía. Y yo se la he tenido pero siempre era todo como un intento que no llegaba a anidar como debe ser en mi corazón, que busca hombres duros pero que se dejen querer. ¡Que John, tú no te dejas, jodío! ¡Mucho decir que el escote te pone calentorro pero de ahí no sales! Y con Georgie me ha pasado lo mismo, estaba ahí que la entendía pero es que no me terminaba de llegar


Eres raruna si no te ha gustado, Kim

No es que la haya odiado, es que me ha parecido todo un "quiero y no puedo". Hay que decir que es la primera novela de la Gibson y que, a su lado, lo que yo escribo es un prospecto de crema de hemorroides. Y vaya por delante que esta novela le encanta a todo el mundo menos a mí (y a Gema, nuestra sweetie, que la leyó conmigo #RarunasPower). Y tengo que reconocer que me sorprendió y gustó que se trataran (aunque fuera de pasada) temas muy duros. Lo mismo es problema mío, que esperaba algo más dulce, pero me pareció que era todo muy brusco, que te lanzaban las situaciones a la cabeza sin delicadeza alguna y eso no me terminó de convencer.


De la Gibson para Kim, con todo su cariño

Simplemente irresistible ha sido para mí de todo menos irresistible. Una historia mezcla de Susan Elizabeth Phillips y Judith McNaught que se queda en una imitación de ambas aunque con buenas intenciones y algunos momentos destacables y en la que el cariño y la ternura quedan eclipsados por el encabronamiento.
(De todos modos yo leí ésta porque quería leer la segunda novela de la serie, de la que hablan maravillas, así que el chasco es menor. Sí, yo soy así)

Por todo esto le damos en nuestro Gandymetro...



John, manejas muy bien el stick pero no como para meterme un gol


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